sábado, 26 de diciembre de 2015

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA...LA BATALLA DE TRENTON


Aunque es complicado establecer un inicio concreto de la Guerra de la Independencia Americana, suele aceptarse que los disparos que conmovieron al mundo fueron los que se detonaron en Lexington-Concord el 19 de Abril de 1775, cuando una fuerza de 700 casacas rojas con base en Boston intentaron hacerse con un almacén de armas y pertrechos de la milicia de Massachusetts y fueron rechazados en el North Bridge donde 500 minutemen, alertados por la cabalgata de Paul Revere que Longfellow inmortalizaría en su poema, hicieron retroceder a tres compañías del Rey.
Los británicos comprendieron que fuera de Boston su ley no llegaba más allá de la punta de sus bayonetas y decidieron refugiarse en la ciudad a la espera de que Londres enviara nuevas tropas, con la esperanza de que un despliegue de fuerza intimidatoria pudiese hacer entrar en razón a los rebeldes. Las milicias, granjeros y comerciantes mal armados, con nula disciplina y experiencia militar, sin otro punto a favor que un casi infantil entusiasmo y un animoso espíritu de frontera, se aprestan entonces a poner sitio a una ciudad defendida por el ejército mejor equipado y más profesional del mundo. A mediados de Junio y con los refuerzos llegados por mar, el General Howe intenta romper el cerco en una salida que acabaría siendo la batalla de Bunker Hill, pero pese a derrotar a los yanquis, las pérdidas que sufren los británicos son tan numerosas que no pueden explotar el éxito y el sitio se mantiene. En una condiciones difícilmente sostenibles, en las que los sitiadores más parecen los sitiados, viene a tomar el mando por parte americana un hombre que, consciente de sus limitaciones militares, sería capaz de mantener unida no solo ya frente a los ingleses, si no frente al propio Congreso Continental a aquella amalgama de hombres en armas que solo con mucho cariño uno podría calificar por entonces como ejército. Ese hombre era George Washington. Durante el otoño y el invierno siguientes Washington lidió con la falta de dinero, con unas tropas que cuando consideraban que habían tenido bastante aventura ya simplemente recogían sus cosas y volvían a sus hogares, soldados que ante el asombro de sus mandos marchaban con balas de cañón en el morral para moler grano en sus granjas, un Congreso que aún nadaba entre las dos aguas del pacto con el Rey o la definitiva Independencia y, sobre todo, una incapacitante escasez de pólvora que le impedía llevar a cabo cualquier ofensiva y temer cada noche que otra decidida salida británica desbandase a lo que a duras penas conseguía sujetar bajo su mando. El punto muerto se extendió hasta la primera, cuando Henry Konx apareció en una pintoresca cabalgata con un regalo que haría inclinar la balanza de parte de los patriotas: los cañones del Fuerte Ticonderoga, capturados por el futuro traidor Benedict Arnold y transportados con no pocas penalidades durante dos meses, bajo un clima atroz y un terreno inhóspito, desde el norte de la colonia neoyorkina a los Altos de Dorchester donde dominarían toda la Bahía de Boston y la propia ciudad haciendo insostenible la posición británica dentro de la misma y forzándoles a abandonarla. Claro que con esta derrota no se consiguió otra cosa que desplazar el centro de gravedad de la campaña hacía otro enclave no menos importante y ciertamente menos defendible para la causa colonial, Nueva York.


             Mapa de la batalla de Trenton
                                          

Quemarla o defenderla. Esta era la disyuntiva a la que se enfrentaban los americanos para con Nueva York, la clave del continente entero en palabras de John Adams, cuya asunción de este hecho ante el Congreso convencería a los yanquis de que no podían desentenderse sin más y conformarse con dejar a los ingleses sin cuarteles para el próximo invierno destruyendo la ‘capital monárquica’ —por el gran número de lealistas que la poblaban— de América. Cuestión esta que el aspecto y comportamiento del reorganizado ejército de Nueva Inglaterra no ayudaría a cambiar al llegar a Nueva York. Los hombres de Washington distaban de ser los idealizados héroes de Bunker Hill y los neoyorkinos vieron a una muchedumbre andrajosa y violenta que supuestamente debía defender una industriosa y próspera ciudad de 20.000 habitantes del esperado ataque del Rey. Ya por entonces Nueva York era otra cosa.
Washington se dispuso pues a defender a quien en no pocos aspectos no quería ser defendido, y no veía en aquellos paletos yanquis comandados por un estirado virginiano a sus conciudadanos. La Unión todavía no existía, y las lealtades y amistades distaban mucho de estar claras entre las distintas colonias. En ese verano del 76 se pondría la primera piedra, la Declaración de Independencia del 4 de Julio, en la que se abstuvo el representante de Nueva York, pero que quemaba las naves en lo que respectaba a la posibilidad de un arreglo pacífico con Inglaterra. No había marcha atrás para los cabecillas de la rebelión, la horca o la libertad. Durante agosto y septiembre los continentales recibieron correctivo tras correctivo de los británicos, que por fin habían arribado en fuerza a las costas de Long Island con 22.000 infantes entre soldados regulares del Rey y mercenarios de los dominios alemanes de Jorge III. Brooklyn Heights, Manhattan, White Plains… El ya Ejército Continental no era rival para las fogueadas y experimentadas tropas de la vieja Europa y generales como Howe o Clinton, nacidos y criados en la aristocracia inglesa con ningún otro propósito que mandar las tropas de Su Majestad. Tan solo la meritoria retirada nocturna a través del East River hacia Nueva Jersey hizo que la Revolución no fuese aplastada en aquellos días. Con esta ‘escapada’ Washington logró mantener la ilusión del triunfo al conservar gran parte del ejército aunque vistas las perspectivas, los lealistas se armaban de razones para seguir debilitando la consistencia del recién nacido país. No tenía futuro, no había posibilidad de derrotar a los británicos y los mejor sería que cada colonia pactase por si misma un benévolo perdón real.




El retorno, Trenton

El maltrecho ejército de Washington, apaleado y despreciado por su enemigo a la vista de su comportamiento en batalla abierta, continúa su retirada en unas condiciones lamentables con los británicos bajo el mando de Cornwallis pisándoles los talones, mientras intentan replegarse hacia Pennsylania para proteger a sede del Congreso la más populosa ciudad revolucionaria, Philadelphia. Evitando cualquier enfrentamiento campal, casi milagrosamente, consiguen llegar a primeros de diciembre vivos y atravesar el río Delawere, poniendo de por medio una barrera natural con sus perseguidores que, como era práctica habitual en la época, ya casi dan por concluida la campaña anual al comienzo del invierno. No era costumbre de un caballero inglés el someterse a los rigores de una campaña invernal, y las tropas del Rey buscan ya cuarteles de invierno donde reagruparse y prepararse para descabezar definitivamente la rebelión en la siguiente primavera. Nadie en el Estado Mayor de Howe da un duro porque esos patanes continentales sean capaces de hacerles frente en el futuro, así que ni siquiera plantan frente a ellos al ejército regular, si no un destacamento para fijar a los yanquis al otro del río consistente en 1.500 hessianos bajo las órdenes de Johann Rall.
Realmente, no era de extrañar la confianza británica. Los diversos contingentes del ejército en retirada que iban llegando al campamento de Washington aparecían aún más exhaustos y derrotados que los anteriores. Esperaban 4.000 hombres con Lee, y aparecían 2.000; Gates, con 600 tan solo y literalmente sin zapatos la mayoría. Finalmente el número total de soldados reunidos es de 7.500, siendo realistas 6.000 con capacidad creíble de combate. Washington piensa que el enemigo solo espera a que el hielo cuaje en el Delawere para cruzarlo y acabar de una vez con los restos de un ejército que él mismo duda ya de que no acabe disolviéndose por si mismo cuando el día de Año Nuevo expiren todos los reclutamientos en vigor, como lo dudan incluso varios congresistas que dando por finalizada la guerra se pasan al bando unionista. Parece que no queda esperanza alguna más allá de esperar la compasión del Rey.




            Washington cruzando el Delaware

                                        
En esos momentos es cuando la principal virtud del comandante americano sale a relucir y, negándose a aceptar la derrota, mantiene viva la Revolución de la única manera que demanda aquella situación: necesita una victoria, por pequeña que sea, para demostrar al Congreso, a las Colonias, a sus mandos y a sus tropas, que los invasores no son invencibles y la tenacidad y la convicción de que su causa es justa, puede hacer del Ejercito Continental un instrumento con el que lograr la independencia total pese a los graves reveses sufridos en Nueva York y Nueva Jersey. Desde hace meses ha ordenado evitar cualquier tipo de batalla general a sus oficiales, pero ha llegado el momento, bajo una acuciante necesidad, en el que no queda otra opción que arriesgar para conseguir al menos un golpe de efecto que encienda la moral de sus hombres no solo en el campo de batalla si no en las casas de los revolucionarios.
Conociendo la presencia en Trenton de los mercenarios de Rall, decide que esa es la oportunidad que estaba esperando, y durante unas angustiosas reuniones con su Estado Mayor presididas por el más absoluto secreto deciden que la noche del día de Navidad volverían a cruzar el río, pero está vez en sentido contrario y con distintas intenciones. Ya no van a retirarse más, es el momento de pasar a la ofensiva.
Los espías han informado de que la fuerza enemiga consiste en unos 2.000 hombres y Washington pretende sorprenderles en tiempo y forma oponiéndoles casi el doble de soldados. Para ello, es vital que todo el plan y su ejecución sea mantenido en el más estricto de los secretos. Ni la tropa, ni siquiera los mandos intermedios, sabrán hacia donde se dirigen hasta el momento en que entren en contacto con los hessianos. Durante el cruce del Delawere y la posterior marcha hacia Trenton se conminará a los hombres a permanecer en absoluto silencio, cualquier hombre que abandone la formación afrontará la pena capital. El plan de cruce implicaba tres puntos y fuerzas, la primera columna, bajo el mando de Cadwalader y que consiste en 1.000 hombre de Pensilvania y 500 veteranos de Rhode Island cruzarán río abajo hasta Bristol, en la medianoche del 25 de diciembre. La seguiría la columna de Ewing, que habrá de asaltar Trenton directamente con sus 700 milicianos para impedir que los hessianos puedan escapar por el puente de madera, y la tercera y más numerosa columna que comandará el propio Washington cruzará 15 km río arriba para avanzar luego hacia el Sur con 2.400 soldados y los cañones de Knox.
Aquel 25 de diciembre amaneció con presagios de tormenta, cosa que a los mandos yanquis no terminaba de disgustarles. Si bien es cierto que el cruce sería mucho más complicado, el factor sorpresa era la clave de bóveda del plan y el fragor de los elementos ocultaría el ruido de un ejército en marcha y orden de combate hasta el último momento. Mientras, en Trenton, ya a media tarde, Rall recibía informes de que algo se preparaba en la otra orilla del río, pero no pareció dar mayor importancia a estos avisos y uniéndose al tono general de autocomplacencia decidió que como mucho sería una más de las patrullas de hostigamiento que uno y otro bando se dedicaban cada noche, más aún teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, era Navidad.
El cruce comenzó a medianoche, y no terminó hasta casi las tres de la madrugada por el lugar asignado a la columna principal, lo que suponía un considerable retraso sobre el horario previsto y ponía en peligro el poder atacar Trenton al amanecer, pero Washington sabía que aquella posiblemente fuese su última oportunidad y asumió que esta vez apostaría sin red. Empapados, ojerosos, ateridos de frío y con una determinación mortal en la mirada, los hombres dejaron las pértigas y los remos y se echaron el mosquete al hombro, bajo la ventisca –dos hombres murieron congelados- y por unos caminos que a esas de altura de año apenas podían calificarse como tales, se encaminaron hacia aquel pueblo de poco más de cien casas que iba a marcar un antes y un después en la Historia de la superpotencia sin saber que iban a enfrentarse ellos solos a los alemanes. Las otras dos columnas habían suspendido sus ataques debido a la imposibilidad de cruzar por los enormes témpanos de hielo que se acumulaban en el Delawere.
La primera patrulla que se topó con el enemigo en las inmediaciones de Trenton se retiró tras un leve intercambio de fuego, lo que provocó que Rall, al enterarse, creyese lo que deseaba creer, que ese sería todo el ataque que iban a sufrir esa noche. Cuando amaneció y los 2.400 americanos se lanzaron por las desiertas calles de Trenton como poseídos por el demonio era demasiado tarde para reaccionar. Los casacas verdes—pues de este color era su uniforme— de Hesse fueron pillados en falta. Las primeras descargas les despertaron de su sueño y de las celebraciones navideñas de una forma poco agradable, y para cuando se quisieron dar cuenta de lo que sucedía estaban saliendo a las calles a  trompicones, logrando formar a duras penas algunas líneas con las que enfrentar a lo que era un ataque en toda regla del Ejercito Continental. Un cañón de campaña alemán logró hacer fuego un par de veces atemperando momentáneamente el asalto yanqui, pero una vez rehechos del impacto, media docena de virginianos corrieron hacia la dotación a bayoneta calada apoderándose de ella. El efecto de la artillería de Knox hizo que los alemanes se dispersaran por el pueblo, donde multitud de enfrentamientos individuales cuerpo a cuerpo tuvieron lugar, aunque el resultado de la batalla ya estaba decidido. Tras poco menos de una hora los últimos hessianos que resistían decidieron que ya había sido suficiente y rendían las armas cuando su coronel, el desdichado Rall, era herido de un mosquetazo que más tarde acabaría con su vida, mientras trataba de organizar una retirada coherente. Rall insistió en ser él mismo, con sus últimas fuerzas, el que rindiese la plaza ante Washington. En su guerrera se encontraría después la nota en la que se le avisaba del ataque.

                                       Panfleto The American Crisis


                                    
Toda esta violencia desatada en un combate callejero suele cobrarse muchas bajas pero en esta ocasión, increíblemente, ningún yanqui acabaría muerto en combate y tan solo 21 hessianos verían allí su último día. El resultado no podía ser más espectacular: Al coste de dos soldados muertos por congelación y cinco heridos, los americanos habían capturado 900 mercenarios del rey y dado muerte a otros 21, incluyendo su comandante.
Pero si espectacular fue el golpe de mano militar trascendentes fueron sus consecuencias, que terminaron de explotar en la batalla de Princeton. Tengamos en cuenta que la bandera de los incipientes EEUU tenía como motivo la Union Jack, que ni mucho menos estaba claro a donde conduciría todo aquello y que el desasosiego había calado hondo, muy hondo, en las filas rebeldes. Antes de Trenton, cada día, suponía un espíritu revolucionario abandonado, una desilusión resignada a la aplastante superioridad militar británica y un preguntarse si merecía la pena todo aquello. No en vano Thomas Paine publicaría justamente el día 23 de diciembre The American Crisis, en la que en un intento de templar los ánimos se leía: “Es en estos momentos cuando se ponen a prueba las almas de los hombres. El soldado de verano y el patriota de los días de sol, en esta crisis, se alejarán del servicio a su país; pero el que ahora aguante, ese merecerá el amor y agradecimiento de hombres y mujeres”.
La falta de unión y de identidad abatía y destrozaba las iniciativas no solo del Ejercito, si no del propio Congreso. Al fin y al cabo, ¿para qué?, se debían preguntar los tibios. Trenton cambió todo aquello. Como decíamos al principio, militarmente hablando no pasa de ser una escaramuza, pero demostró a los americanos que había algo con lo que luchar por algo que merecía la pena ser peleado. Demostró al mundo que los yanquis iban en serio.
http://bueno-saber.com/culturas/cultura-americana/datos-sobre-la-batalla-de-trenton.php
http://www.lahistoriaconmapas.com/cronologia/siglo-xviii/la-batalla-de-trenton/

viernes, 25 de diciembre de 2015

OLIMPIA DE GOUGES...REVOLUCIONARIA Y PRECURSORA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER



                             

Prolífica escritora política, se manifestó claramente contra la represión jacobina y contra Robespierre y Marat. Acusada de ser una realista reaccionaria fue guillotinada en 1793.
Sin embargo, las obras de Olimpia de Gouges fueron a la vez profundamente feministas y revolucionarias. Exaltada por las ideas de la Revolución Francesa, publicó en septiembre de 1791 un manifiesto titulado La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Tomando como modelo la Declaración de 1789, y aplicándolo de manera exhaustiva a las mujeres, escribió el, hasta entonces, más brillante y radical alegato en favor de las reivindicaciones femeninas.
Gouges reclamó un trato igualitario de la mujer con respecto al hombre en todos los aspectos de la vida, públicos y privados: el derecho de voto, de ejercer cargos públicos, de hablar en público sobre asuntos políticos, de igualdad de honores públicos, de derecho a la propiedad privada, de participar en el ejército y en la educación e, incluso, de igual poder en la familia y en la Iglesia.



 
Su nombre verdadero era Marie Gouze. Gouges, considerada una de las precursoras del feminismo, escribió numerosas obras teatrales, además de novelas y opúsculos político-sociales, y dirigió el periódico L' Impatient. Fundó la Société populaire de femmes, y en 1791 redactó, en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789), la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en la que Gouges reivindicaba la igualdad de derechos de las mujeres. Adversaria de Robespierre, publicó la carta Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animal amphibie, por la que fue acusada de de intrigas sediciosas y guillotinada.
En este sentido, es necesario conocer y recordar que la revolución francesa dio pautas para un nuevo sistema, proclamó la igualdad, la libertad y la fraternidad como los pilares fundamentales del nuevo orden constituido o que estaban por constituirse. Se dictó la ¨Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano¨ (1791). Sin embargo, Olimpia de Gouges, militante y protagonista de la revolución fue guillotinada por sus compañeros de lucha por publicar la ¨Declaraciòn sobre los Derechos de la Mujer¨. En 1793, después de su muerte, se prohibía toda clase de actividad.
 

Así afirmaba que la "mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos" y que "la Ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y los Ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación".
"Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos (...) reconocen y declaran (...) los siguientes derechos del hombre y del ciudadano.
Las madres, las hijas y las hermanas, representantes de la nación, piden ser constituidas en Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una solemne declaración los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer 
El programa de Olimpia de Gouges era claro: libertad, igualdad y derechos políticos, especialmente el derecho de voto, para las mujeres.
Sin embargo, el planteamiento feminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución, incluso entre los más radicales de ellos.
"Los enragés (facción más radical de los revolucionarios) no se habían atraído solamente a los más revolucionarios de los sans culottes parisinos, también se habían atraído a su órbita a las mujeres más revolucionarias.


 
En 1793 crearon la "Sociedad de las Republicanas Revolucionarias"  En su entusiasmo, unas llegaron a vestir la escarapela tricolor sobre su peinado y otras, el gorro frigio e, incluso, el pantalón rojo. Pero la fuerza de sus enemigos fue tal que fracasaron en sus empeños. Uno de ellos, Chaumette, misógino notorio, llegó a decir: ¿Desde cuando le está permitido a las mujeres abjurar de su sexo y convertirse en hombres? ¿Desde cuando es decente ver a mujeres abandonar los cuidados devotos de su familia, la cuna de sus hijos, para venir a la plaza pública, a la tribuna de las arengas (...) a realizar deberes que la naturaleza ha impuesto a los hombres sólamente?"
La muerte de Olimpia de Gouges, a quien le cortaron la cabeza por haber osado creer y exigir que los derechos que la Revolución Francesa había ganado para los hombres libres y ciudadanos fuesen aplicados también para las mujeres, que por cierto no eran ciudadanas, es un ejemplo de la consecuencia práctica de la construcción androcéntrica de los Derechos.
En este sentido, es legítimo preguntarnos por qué si en teoría los Derechos Humanos son intrínsecos al "ser" humano, los derechos de las mujeres y de otros sectores de la sociedad eran entonces y son aún percibidos, tanto por los hombres como por las mujeres, como otro tipo o clase de derechos, distintos y en otra categoría que los derechos contemplados dentro del conjunto de los derechos humanos.

La comprensión de la condición femenina no avanzó mayormente con el desarrollo del capitalismo, pues si bien Condorcet apunta a señalar su raíz social al decir: Se ha dicho que las mujeres...carecían del sentimiento de justicia, y que obedecían antes a su sentimiento que a su conciencia ...esa diferencia ha sido causada por la educación y la existencia social, no por la naturaleza , y el gran materialista Diderot escribía: Os compadezco mujeres y en todas las costumbres la crueldad de las leyes civiles se ha unido a la crueldad de la naturaleza en contra de las mujeres. Han sido tratadas como seres imbéciles ; Rousseau, avanzado ideólogo de la revolución francesa estampo: Toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres... La mujer esta hecha para ceder al hombre y soportar sus injusticias .

La revolución francesa, la mas avanzada de las que la burguesía condujo, fue un gran caldo de cultivo para la acción femenina. Las mujeres se movilizaron junto a las masas y participando en los clubes políticos desarrollaron acción revolucionaria; en estas luchas organizaron una Sociedad de Mujeres Republicanas y Revolucionarias y a través de Olimpia de Gouges, en 1789 piden una Declaración de Derechos de la mujer y crean periódicos como El impaciente para reivindicar su condición. En el desarrollo del proceso revolucionario las mujeres conquistaron la supresión del derecho de primogenitura y abolición de los privilegios de masculinidad, obtuvieron igual derecho de sucesión que los varones y consiguieron el divorcio. Su participación combatiente dio algunos frutos.
Pero contenido el gran impulso revolucionario, a las mujeres se les niega el acceso a los clubes políticos, se combate su politización y se las recrimina predicando su vuelta al hogar, se les dice: Desde cuando les esta permitido a las mujeres abjurar de su sexo y hacerse hombres? La naturaleza ha dicho a la mujer: Sé mujer. Tus trabajos son el cuidado de la infancia, los detalles del hogar y las diversas inquietudes de la maternidad . Mas aún, con la reorganización burguesa que inicia Napoleón, con el Código Civil, la mujer casada vuelve a ser sometida a tutela, cae bajo el dominio del marido en su persona y en sus bienes; se niega la indagación de la paternidad; se quita a la casada derechos civiles, como a las prostitutas; y se les prohibe el divorcio y el derecho de enajenar sus propiedades.
En la revolución francesa ya se puede ver con claridad como el avance de las mujeres y su retroceso están ligados a los avances y los retrocesos del pueblo y la revolución. 

LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LOS DERECHOS DE LA MUJER




Aunque antes de la revolución hubo mujeres que desde una posición individual plantearon reivindicaciones en pro de la igualdad femenina (un ejemplo es la ilustrada española Josefa Amar con sus libros Importancia de la instrucción que conviene dar a las mujeres (1784) o el Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (1769)), hubo que esperar a la Revolución Francesa para que la voz de las mujeres empezara a expresarse de manera colectiva.

 

Entre los ilustrados franceses que elaboraron el programa ideológico de la revolución destaca la figura de Condorcet (1743-1794), quien en su obra Bosquejo de una tabla histórica de los progresos del Espíritu Humano (1743) reclamó el reconocimiento del papel social de la mujer. Condorcet comparaba la condición social de las mujeres de su época con la de los esclavos.
Tras el triunfo de la revolución en 1789 pronto surgió una contradicción evidente: una revolución que basaba su justificación en la idea universal de la igualdad natural y política de los seres humanos ("Liberté, Egalité, Fraternité"), negaba el acceso de las mujeres, la mitad de la población, a los derechos políticos, lo que en realidad significaba negar su libertad y su igualdad respecto al resto de los individuos.
"El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la violación de sus derechos naturales, hasta el extremo de que no se encontrará a nadie de entre los que los han perdido que piense siquiera en reclamarlo, ni crea haber sido objeto de una injusticia.
 Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el principio de la igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de concurrir a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía? ¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso cerca de los hombres eruditos, que el de ver invocar el principio de la igualdad de derechos y de olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?"
 http://www.uv.es/~dones/temasinteres/historia/olimpia.htm

 


domingo, 20 de diciembre de 2015

LOS MENDOZA...EL EMBAJADOR Y ESPIA BERNARDINO



Bernardino de Mendoza (1541?-1604) fue Embajador de Felipe II en las Cortes de París y Londres. Durante el desarrollo de su labor dirigió una importante red de espías al servicio del Rey y proporcionó fondos para varias conspiraciones favorables a los intereses de Felipe II. Los manuales militares que Bernardino escribiera con clara prosa fueron traducidos a varios idiomas y son fuente de información para los estudiosos de la época.


BERNARDINO

Bernardino nació en Guadalajara hacia 1541. Para desdicha de los estudiosos no fue el único Bernardino(hay abundantes confusiones en algunos textos) que la amplia familia Mendoza tuvo en esos años, aunque si es el que más aparece en los libros de los historiadores extranjeros dedicados a la segunda mitad del reinado de Felipe II. Era hijo del tercer Conde de Coruña y Vizconde de Torija (quien tuvo 19 hijos). Tras licenciarse en 1556 en el Colegio de San Ildefonso de Alcalá pasa a combatir en el norte de Africa y Malta.
En 1567 acompaña al Duque de Alba a Flandes y se distingue como capitán de caballería. Alumno militar de Alba, participa en acciones como el sitio de Mons, un ataque nocturno ("encamisada"), marcha como embajador de Alba a Madrid y de vuelta a Flandes decide con su caballería la batalla de Mook. El sucesor de Alba (Luis de Requessens) le envía a Inglaterra por primera vez (1574) para obtener permiso para que los barcos españoles se refugien en puertos ingleses. Desde 1576 es Caballero de Santiago y en 1577 comenzará su carrera como diplomático al ser nombrado embajador en Inglaterra. Fruto de estos diez años como militar será su conocida "Comentario de los sucesos acaecidos en la Guerra de los Países Bajos" (París, 1591) y su "Theoría y Práctica de la Guerra" (Madrid, 1595), manual militar dónde afirma que "el triunfo será de quien posea el último escudo", como buen conocedor de los repetidos motines por falta de pagos del ejército de Flandes.
A partir de este 1577 Bernardino entra en la Historia. Otros Mendozas como Francisco (el Almirante de Aragón, hijo del tercer marqués de Mondéjar) o Rodrigo (el segundo duque de Pastrana) lucharían o morirían en Flandes. Pero sólo Bernardino se encuentra en los libros que sobre este periodo de Francia e Inglaterra se escriben y pasa a ser mas conocido por los historiadores extranjeros (Braudel, Kamen, Parker, Grimberg o Mattigly) que por los españoles (con excepciones, como Layna o Fernández Alvarez). Seguro que alguno recuerda a Claude Rains interpretando al sibilino y malicioso embajador español ante Isabel I en la película protagonizada por Errol Flynn.
La situación entre España e Inglaterra merece una breve explicación. Felipe II había sido rey consorte de Inglaterra y residido allí dos largas temporadas con su esposa católica María Tudor. Ahora la reina era su cuñada Isabel I, pero ésta era partidaria de la Iglesia de Inglaterra y de la Reforma. De hecho llegaría Isabel a mandar un pequeño ejército en ayuda de los holandeses, y alentó los ataques contra las colonias y barcos españoles. Diego Guzmán de Silva o el catalán Gerau de Spés habían precedido a Bernardino como embajadores, siendo Guzmán expulsado por su participación en una conspiración contra Isabel, pues había estado presente en las conjuras de 1569 y 1571. De hecho, cuando detenían "a alguien por razones políticas lo primero que le preguntan es si ha mantenido contacto conmigo", escribe el embajador español.
Bernardino era partidario de que se declarase la guerra contra los luteranos dondequiera que estuviesen, y ello no le hacía el más apropiado para una misión de paz. Asimismo debía evitar el apoyo de Isabel a los rebeldes protestantes flamencos y proteger a los católicos ingleses. De lo que contamos a continuación hay amplia constancia en las cartas que intercambiara con los Idiáquez, secretarios de Felipe II.
Nuestro protagonista recaba información, distribuye sobornos y realiza labores de espionaje, recluta y dirección de espías y colaboradores, creando una red primero en Inglaterra y, más adelante, en Francia y Flandes para defender los intereses de España. Empleaba tanto agentes residentes como emisarios viajeros. Por motivo de su labor secreta, además de buscar siempre el camino más seguro para sus misivas, aunque pudieran tardar algo más en llegar el Rey (como le ocurrirá en 1587 al interceptar las postas los protestantes), buscaba lugares para esconder sus cartas (por ejemplo detrás de un espejo en 1582) y empleaba el cifrado en su correspondencia cambiando letras por signos, unas letras por otras, letras por números, pares de letras por pares de números, nombres simbólicos, etc. Entre sus éxitos mencionaremos cuando en 1578 pusiera un espia en el barco de la expedición de a Canada, cuando en 1578 mandó a D. Juan de Austria en Flandes el retrato de Radcliffe, enviado para asesinarle y pronto detenido, y finalmente cuando en 1579 informa al rey de la misiva secreta que a través de Francia le ha enviado el Sultán de Constantinopla a Isabel I.



Desde su puesto estuvo en contacto con María Estuardo (reina de Escocia expulsada de allí por sus súbditos protestantes y prisionera de Isabel), apoyaría a los católicos y a los jesuitas ingleses. En esos tiempos los jesuitas estaban estudiando profundamente la casuística de si "era o no lícito matar a un tirano" y fueron muy activos contra Isabel. En sus cartas sugiere cuatro vías de catolizar a Escocia, entre ellas "invasión" y "predicación". Asimismo sugeriría en 1579 a Felipe II el asesinato de Guillermo de Orange (de hecho no fue el único en sugerirlo, y Guillermo sería asesinado en 1585). Tuvo un sonoro altercado con la reina Isabel en 1581 indicándola que era fiel vasallo de su rey y que por nada del mundo deshonraría a la Casa de Coruña y el nombre de Mendoza. La verdad es que a la reina le costaba soportar este carácter orgulloso e intransigente, lógicamente.
Finalmente, Bernardino es llamado a la presencia del Consejo Privado de Isabel I en enero de 1584 y expulsado fulminantemente de Londres debido a su participación en la llamada "conspiración de Francis Throckmorton" junto a nobles ingleses y a María Estuardo. Cuando los ministros ingleses le advierten de que puede darse por contento con un castigo benévolo como la expulsión a pesar de que "sus maquinaciones turbaban al reino de Inglaterra", Bernardino "rezuma de soberbia e indignación e incluso ánimo de venganza" cuando escribe el 26 de enero de 1584 desde Londres a Felipe II que "me encendió la cólera", "que lo de castigarme la reina era risa para mi", "pues no le había dado satisfacción siendo ministro en la paz, me esforzaría de aquí en adelante para que la tuviese de mi en la guerra" y que "Don Bernardino de Mendoza no ha nascido para revolver reinos sino para conquistarlos". Realmente no son palabras de un embajador de paz, aunque si son palabras propias de un orgulloso miembro de la poderosa familia Mendoza. Desde entonces vivirá obsesionado por los planes que aseguren el triunfo de su fe (su "cruzada religiosa" contra los protestantes), de su rey y (asimismo) su venganza personal contra Isabel. Felipe II aprobaría la labor de su embajador escribiéndole "la respuesta que los disteis, la cual fue la que convenía y nos ha parescido muy bien" y "de que quedo yo de vos con entera satisfacción".
Nombrado en septiembre embajador en París, llega allí en noviembre de 1584 y sigue siendo considerado como un hábil y experto diplomático, con su red de espías funcionando perfectamente. Según Mattingly "muy poco de lo que pasaba en la Corte francesa, y aún al otro lado del Canal, le pasaba por alto gracias a su red de espías". En este punto debemos indicar que la nación francesa estaba dividida entre católicos y protestantes (hugonotes), se habían producido sangrientos sucesos cono la matanza de la "Noche de San Bartolomé" en 1572, y el débil rey Enrique III no tenía sucesor siendo manejado por la reina madre Catalina de Médicis. Este periodo se conoce como de las "Guerras de Religión" de Francia. Felipe II firma en 1585 en Joinville un tratado secreto de ayuda con los príncipes católicos de la Casa de Lorena, y Mendoza se convirtió en "tesorero de los ultracatólicos de la Santa Alianza", apoyándoles con fondos desde 1584, y financiando al posible heredero católico al trono de Francia: Enrique de Lorena, Duque de Guisa. Bernardino conversa repetidamente en privado con Catalina, establece en 1587 un convenio con los jesuitas para su apoyo a Enrique de Guisa y entrará en contacto con la parisina y católica "Junta de los Dieciséis" (que según Mattingly le consideraba su jefe natural).
En primavera de 1586 alienta desde París una conspiración contra Isabel. Felipe II le advierte de no poner nada por escrito, pero los cómplices ingleses (sobretodo Anthony Babbington) no son tan precavidos y cuando su torpeza los descubre, las pruebas se usan contra María Estuardo (siempre conspirando también contra Isabel y con "papeles peligrosos" en su poder) quien es decapitada en 1587. Días antes de morir, María Estuardo escribe a Mendoza una carta de despedida y le regala un anillo con un brillante. Aunque Bernardino escribe a Felipe II que "Isabel tuvo que guardar cama afectada por la muerte de María" le indica que debido a su ejecución "ruego a Su Majestad que active en todo lo posible la empresa de Inglaterra". Felipe II se decide a atacar Inglaterra y la misión de Bernadino será asegurarse que Francia no pueda atacar a Flandes en ausencia del ejército de Alejandro Farnesio, Duque de Parma y Gobernador en Flandes, quien debería embarcar en la Armada para atacar Inglaterra.




Pare ello debería favorecer un incremento en las luchas entre el católico Enrique (Duque de Guisa), el débil rey Enrique III de Valois y el protestante Enrique de Borbón, rey de la Navarra francesa y futuro Enrique IV. Pero el ataque de Drake a Cádiz en abril de 1587 retrasa los planes de invasión un año. No hay pruebas concluyentes, pero coincidiendo con el retraso mencionado en la invasión, Guisa acepta un acuerdo "pacífico" aparentemente muy difícil de lograr poco antes con la reina madre Catalina de Médicis y Enrique III. ¿Casualidad o simplemente que ya no era necesaria una revolución en Francia ese verano? Los espías de Bernardino en Inglaterra y sus puertos de mar le seguían informando de los preparativos ingleses. Bernardino debe retrasar sus preparativos un año.
La Armada parte de Lisboa en 1588. Coincidiendo con ello, el 12 de mayo de 1588 Enrique de Guisa entra instigado por Bernardino en París. Allí se produce un levantamiento popular con barricadas contra las tropas de Enrique III que huye. Testigo de todo desde su habitación en la calle des Pouilles, Bernardino escribe el 25 de mayo que "quedan las cosas tan rotas (en Francia) que se podrán mal acomodar y el Rey (de Francia) imposibilitado para asistir a la de Inglaterra de ninguna manera".  Mientrastanto las tropas de Farnesio mantenían controlados a los rebeldes en Flandes. Así pues Flandes y Francia no pondrían obstáculos y la Armada partió sin tener que preocuparse por ellos. Tras el presumible triunfo de la Armada el rey Enrique III de Francia debería rendirse a los intereses de la Liga Católica pero, como veremos, los hechos posteriores acabarían con estos planes.
La derrota de la Armada en julio de 1588 coincide asimismo con la destrucción de la red que Bernardino mantenía en Inglaterra. De hecho, Bernardino fue informado erróneamente y en agosto de 1588 envía un mensaje a Felipe II dando cuenta del éxito de la Armada y del "apresamiento de Drake", encendiendo una hoguera de victoria delante de su Embajada en París. En septiembre aún enviaba mensajes optimistas desde París al rey. Este "fiasco" no puede empañar totalmente su labor (se dejó llevar y dio por cierto aquello que deseaba que hubiera ocurrido) pues este mismo año había informado de los tratos secretos entre Isabel I, el futuro Enrique IV de Francia, el pretendiente al trono portugués Prior de Crato y el Sultán de Marruecos contra Felipe II.
Una de las consecuencias de la derrota fue que el apocado Enrique III cobró valor para mandar asesinar a Enrique de Guisa el 23 de diciembre de 1588 mientras le visitaba. Según Mendoza "Guisa sólo a su propia temeridad debió su fin", pues había sido prevenido de que el rey quería matarle. Estalló la guerra civil, y Enrique III (aliado momentáneamente con Enrique de Navarra) sitiaría al rebelde París pero sería asesinado en su residencia el 1 de agosto de 1589. La guerra civil se recrudece al entrar en juego la sucesión al trono. Felipe II intenta que su hija Isabel Clara Eugenia sea proclamada reina de Francia por los católicos, al ser hija de Isabel de Valois, y esta será otra nueva misión para Bernardino. Pero podemos adelantar que el intento fracasaría pues el Parlamento de París proclamó por unanimidad la vigencia de la Ley Sálica, excluyendo a la Infanta.





En primavera de 1590, el futuro Enrique IV marcha sobre el católico París tras derrotar en Ivry a las tropas de la Liga Católica reforzadas por contingentes enviados por Alejandro Farnesio. El sitio iniciado a fines de abril llegaría tras cuatro meses a hacer conocer a París los horrores del hambre, se mataron asnos, gatos y ratas para comer. Bernardino permanece dentro de París durante este sitio en que los parisinos resistieron reforzados por pequeños contingentes valones y alemanes enviados por Alejandro Farnesio y alentados por el legado pontificio Gaetano y por el embajador Bernardino, que vuelve a emplear en este sitio los conocimientos militares que aprendió de joven en Flandes. Bernardino alienta a los defensores de París, visita repetidamente sus defensas y ayuda a los menesterosos de su propio peculio con comida y repartiendo monedas (sus famosas monedas de "medio sueldo" con las armas de España). Sus enemigos extendieron la patraña de que el pan que repartía estaba hecho con huesos en polvo de los cementerios parisinos. En suma, Bernardino está presente en todas las crónicas que los historiadores franceses dedican a este periodo de su historia. Finalmente tras recibir la orden de Felipe II, Farnesio entra en Francia en julio de 1590 y obliga a retirarse a Enrique IV que levanta el sitio en agosto. Farnesio regresa a Flandes en diciembre.
En el plano personal es muy importante indicar que ya sus cartas de 1579 Bernardino empieza a mencionar los problemas de la vista, comienza a perderla en 1583 y en 1590 era ya ciego, en pleno sitio de París. Asimismo, como los fondos de Felipe II no llegaban regularmente de su propio peculio iba solventando sus gastos, empeñándose con la casa de banqueros florentinos Martelli, especializada en 1590 en el préstamo a grandes señores. Su hacienda era administrada en España por su hermana que le enviaba los beneficios de la cosecha, prontamente gastados en su embajada.
Nuevamente Farnesio entraría en 1591 y en 1592 para actuar a favor de los católicos. Enrique IV se convertiría al catolicismo en julio de 1593, sería coronado en Chartes en febrero de 1594 y los parisinos le abrirían sus puertas el 22 de mayo de 1594 (Enrique fue el autor de la frase "París bien vale una misa"). La guarnición de 1200 valones e italianos que Felipe II tenía en París en apoyo de la Liga abandonaría la plaza con honores militares el día 24. ¡Muy pocos españoles conocen actualmente que París estuvo guardada por tropas de Felipe II y con el beneplácito de sus habitantes! Cuando en 1595 el Papa aceptaba la conversión al catolicismo y daba el perdón a Enrique IV se esfumaron definitivamente las aspiraciones de Felipe II y Francia volvería a ser rival militar de España.
Pero esto ya no afectaba a Bernardino pues vuelve por tierra a Castilla en 1591 sintiéndose exonerado de su cargo de embajador. Llega como mucho a comienzos de 1592 y compra casa en Madrid. Felipe II le nombra Trece de la Orden de Santiago (1595) y con la renta consiguiente llega al final de sus días sin agobios económicos y dedicándose a escribir y asistir a misa a diario. Muere en el convento de San Bernardo de Madrid en 1604 y es enterrado en la iglesia de Torija, dónde Juan Catalina García encontraría su lápida. Su contemporáneo Cabrera de Córdoba dice a su muerte "en Madrid murió Don Bernardino de Mendoza, el ciego, que fue embajador en Francia". Sus restos desaparecerían mezclados con otros en 1936, aunque su sepultura (con una calavera esculpida) se encuentre en la Iglesia de Torija. No se conoce descendencia de Don Bernardino.




                                                
SU SEPULTURA (TORIJA)


Morel-Fatio afirma que su carácter era íntegro e impulsivo, sin doblez, con indomable energía y sincera lealtad a su rey. Pero asimismo con un odio cerril a los herejes, luteranos o anglicanos. 
Bernardino hacia gala de ser "un Mendoza", de servir a su Sacra Majestad Católica, campeón de la Iglesia contra los herejes, y de ser partidario del Derecho Divino de los Monarcas. Su carácter le hizo detestar por Isabel de Inglaterra y por Enrique III de Francia. Literariamente Fernández Alvarez dice que "la crónica militar ha tenido sus clásicos en España en la pluma de Bernardino de Mendoza". Sus escritos, pues, tienen un lugar importante entre los clásicos de la prosa castellana.

Para finalizar este cúmulo de muertes que llevo relatando me quedaría indicar que Enrique IV de Francia sería asimismo asesinado el 14 de mayo de 1610. No tuvieron buen fin la mayoría de los protagonistas de este relato.

rhttp://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/mendoza/bernard2.htm

sábado, 19 de diciembre de 2015

PONY-EXPRES...EL CORREO EN LA UNIÓN AMERICANA DEL SIGLO XIX


El Pony Express fue el más rápido servicio de mensajería y correos que tuvo la Unión Americana en el siglo XIX. Su recorrido cubría gran parte de los territorios de la unión, desde San José en Missouri hasta Sacramento en California, para lo cual debía cruzar las Grandes Llanuras, las Montañas Rocosas y la Sierra Nevada. ¿Cómo lograron hacerlo? Pues solamente a galope de caballo y con un grupo de selectos jinetes que se turnaban la posta. Aquí la historia.

Hasta mediados del siglo XIX, la correspondencia en los Estados Unidos era entregada a través de las diligencias, que más que nada se hicieron famosas por ser el botín preferido de maleantes y forajidos del lejano y salvaje oeste. 

Antiguas diligencias en las que se enviaba el correo
Unir las dos costas de los Estados Unidos mediante un sistema de mensajería rápido y seguro, siempre fue un sueño para los primeros colonos ya que las noticias y mensajes que debían llegar generalmente desde la Costa Este hacia el recién explorado y salvaje Oeste, demoraban una eternidad en llegar, en caso de que llegaran.
Por ejemplo, en 1845, un mensaje del entonces presidente James K. Polk tardó seis meses en llegar al Oeste, ya que en aquella época el correo también se enviaba por vía marítima, bordeando América del Sur hasta la Tierra del fuego, y posteriormente atravesando el Canal de Panamá


Para 1860 se creó una ruta terrestre más rápida que iba desde San Luis (Missouri), hasta el paso, Texas, que tardaba aproximadamente 25 días y varias empresas de diligencias y ferrocarriles decidieron incursionar en el negocio de correos y mensajería, pero era una época difícil porque en todo lado los ánimos se encontraban caldeados antes de la Guerra Civil y en muchos sitios fueron destruidos sus vagones, como por ejemplo en laGuerra de Utah


Fundadores del Pony Express 

Fue entonces cuando el visionario William Russell junto a dos socios creó una empresa llamada Central Overland California & Pikes Peak Express Co. y anunció su nuevo servicio postal rápido de ponis entre St. Joseph, Missouri y Sacramento, California, que cruzaría 3200 km a través de varias de las zonas más salvajes del territorio estadounidense, y lo mejor de todo es que ofrecía entregar la correspondencia en 240 horas (10 días).Increíblemente ofrecía llevar la correspondencia con jinetes a caballo.
Para esto contrataron 50 jinetes y adquirieron más de 400 caballos. De esta forma, el famoso Pony Express iniciaba sus labores el 3 de abril de 1860.
Las estaciones del Pony Express estaban separadas a 16 km una de otra (aprox) a lo largo de todo el recorrido, que es la distancia aproximada que un caballo puede recorrer a galope normal. El jinete cambiaba de caballo en cada estación y seguía con su trayecto.
La mochila con la correspondencia pesaba alrededor de 75 kilogramos y se llevaba en la grupa del caballo, donde se sostenía bajo el peso del jinete. Los jinetes, que no podían pesar más de 56 kg, eran reemplazados cada ocho o diez estaciones, es decir que un jinete recorría diariamente entre 120 y 160 km. 


Ruta y estaciones del Pony Express
Había 184 estaciones a lo largo del recorrido, las cuales generalmente se ubicaban en fuertes militares, mientras que otras se construyeron para el efecto.
Los caballos que fueron escogidos para recorrer este trayecto, medían aproximadamente 1,47 m de altura y pesaban alrededor de 400 kg, por eso el nombre de Pony Express.
 

Aún se conserva la estación matriz de St. Joseph, Missouri
Gracias a su capacidad para trotar a altas velocidades, el caballo morgan se había convertido ya en 1840 en la raza favorita para las carreras de enganche al trote. Durante la Guerra Civil americana, el caballo morgan sirvió de montura a la caballería de ambos bandos, y también fue la montura por excelencia del servicio del Pony Express, junto al caballo pinto y al mustang

Frank Webner, jinete del Pony Express, California 1861
Para reclutar a los jinetes idóneos, la compañía sacó un curioso anuncio en el que solicitaba jóvenes de hasta 18 años que estén dispuestos a trabajar “con el riesgo de morir a diario”, además como requisito adicional pedían que sean de contextura delgada y "preferentemente huérfanos". 


Atraídos por la oportunidad de aventuras y por una excelente paga ($ 25 semanales cuando el salario normal no llegaba ni a $ 2 por semana), más habitación y comida, un gran número de jóvenes se apuntó en este proyecto. En este selecto grupo hubo hasta figuras legendarias, como "Buffalo Bill" Cody, "Pony Bob" y "Wild Bill" Hickok. 

Foto de 1860 con los jinetes "Billy" Richardson, Johnny Fry, Charles Cliff, Gus Cliff 

El lema de la empresa y de todos estos jinetes era "El correo debe pasar" y esto lo hacían a cualquier costo. Pese a los numerosos obstáculos, muy pocas veces dejaron de cumplir el agotador plazo de 240 horas para la entrega.

Eso si, para ingresar a trabajar como jinete de la compañía, uno de los requisitos era hacer y firmar el siguiente juramento: 

"Yo .............., por este medio juro ante el Gran Dios vivo, que durante mi participación y mientras sea un empleado de Russell, Majors y Waddell, en ningún caso utilizaré lenguaje profano, no beberé licores embriagantes, no discutiré ni pelearé con ningún empleado de la empresa y que en todos los aspectos me conduciré con honestidad, seré fiel a mis deberes y correcto en todos mis actos para ganar la confianza de mis empleadores, y así Dios me ayude".



Los primeros viajes con valija de correo salieron simultáneamente el 3 de abril de 1860, desde San José en Missouri hacia la costa oeste, y desde San Francisco, California, hacia Missouri. Ambos llegaron según lo previsto -10 días después- el 14 de abril de 1860.
Apenas un mes después de su inauguración, el Pony Express tuvo su prueba más dura cuando los indios paiutes de Nevada atacaron e incendiaron algunas estaciones y a los jinetes. En total, destruyeron 7 estaciones, se perdieron 150 caballos y murieron 16 hombres. 

El famoso Buffalo Bill en su juventud fue jinete del Pony Express
Pero no fueron los indios ni el riguroso clima inviernal los que pusieron fin al Pony Express año y medio después de su lanzamiento. Fue la elevada nómina y gastos de mantenimiento que se requerían para tantos jinetes y caballos, aparte del personal administrativo en las estaciones y supervisores de ruta lo que al final resultó demasiado costoso. También se vieron afectados por la competencia de otras empresas por conseguir el contrato con el gobierno y por los conflictos entre los nativos americanos y los colonos que igual recortaron los ingresos de la compañía. Para rematar la situación, poco después de que empezaran las operaciones en su ruta, se dio el inicio de la Guerra Civil estadounidense, lo que obligó a que la línea operara intermitentemente en ciertos tramos conflictivos. 


La empresa anunció su cierre el 24 de octubre de 1861, dos días después de que llegara a Salt Lake City el envío del primer telégrafo transcontinental.
El Pony Express había ganado 90.000 dólares y perdido 200.000. En 1866, tras el fin de la Guerra Civil estadounidense, Holladay vendió los derechos la rutay los establecimientos del Pony Express a Wells Fargo por un millón y medio de dólares. 

Estatua conmemorativa en Arizona
A pesar de todo, el Pony Express se convirtió en una leyenda en el país del norte, donde se levantaron monumentos en su honor en Sacramento, Stateline, Reno, Salt Lake City, Colorado, Kansas y St. Joseph.
En su breve período de existencia, sus jinetes recorrieron 985.000 km, el equivalente a dar 24 vueltas alrededor de la Tierra. 

http://www.sentadofrentealmundo.com/2011/04/el-famoso-pony-express-el-correo-debe.html


miércoles, 16 de diciembre de 2015

LOS MENDOZA,EL MARQUÉS DE SANTILLANA Y LAS SERRANILLAS


Desde los libros de texto a los libros de Historia encontramos la figura del Marqués de Santillana, figura de primer orden en la Historia y, especialmente, en la literatura del Siglo XV.         
Íñigo López de Mendoza y de la Vega , era el segundo hijo varón del segundo matrimonio del Almirante Diego Hurtado de Mendoza. Nace en Carrión de los Condes y muere en Guadalajara. A la muerte de su hermanastro García y luego de su hermano Juan sucede a su padre en el mayorazgo. Muerto su padre cuando era niño, su madre Leonor de la Vega (mujer enérgica, hábil y prudente) logró preservar para él la mayor parte de su herencia, pretendida por sus familiares, entre los que destacaremos especialmente a su hermanastra Aldonza de Mendoza.
Aunque al comienzo sólo le reconocieran por señor Hita y Buitrago, desde esta base, poco a poco, comenzó a recuperar todo el patrimonio paterno. Su madre logró para sus hijos Elvira e Iñigo una conveniente doble boda de hermanos con los hijos del extremeño Maestre de Santiago Lorenzo Suarez de Figueroa, matrimoniando Iñigo en 1412 con Catalina de Figueroa. Le siguió una estrategia de busca de apoyos políticos y militares, inicialmente con los Infantes de Aragón y luego alternativamente al rey Juan II y a su valido Alvaro de Luna. Asi fue logrando conservar o recuperar su solar original en Alava, los Señoríos del Real de Manzanares, la herencia materna (a la muerte de su madre) en los valles de Santillana, sus posesiones en la ciudad de Guadalajara y los pueblos de la provincia, Tendilla, etc junto con los demás que poseyera su padre (e incrementarlos) excepto la villa de Cogolludo y el título de Almirante. Sin embargo el llamado "Pleito de los Valles" de las Asturias de Santillana (los nueve valles de Alfoz de Lloredo, Cabuérniga, Cabezón, Piélagos, Reocín, Villaescusa, Camargo, Penagos y Cayón) no se resolvería hasta 1512 en que Carlos V determinó que los valles eran de realengo y no de los Mendoza.

Sello del marques, 1440     
SELLO DEL MARQUES, 1440
Iñigo acompañó a Fernando de Antequera (entonces regente en Castilla) cuando, elegido Rey de Aragón, fue a tomar posesión en 1414 de su corona (aprendiendo allí los nuevos modos poéticos) y volvió apoyando a los hijos de éste, los Infantes de Aragón, principalmente como sola manera de recuperar el patrimonio paterno al militar en el partido opuesto sus oponentes. En efecto los hijos del rey de Aragón Fernando de Antequera tenían grandes posesiones en Castilla, interviniendo en las luchas e intrigas del reino tanto en el reinado del enfermo Enrique III como en la minoría de Juan II. Asimismo Navarra y Aragón estuvieron temporalmente unidos al ser rey consorte de Navarra el que luego sería Juan II de Aragón, padre de Fernando el Católico, quien gobernaba en Aragón mientras Alfonso V estaba en Nápoles.


                                                            TORRE DE MENDOZA

Iñigo fue figura principal en las cortes castellanas de Juán II y Enrique IV, participando en muchas alianzas la mayoría en apoyo del rey, siempre a favor de sus intereses y, salvo cuando le convino, en contra de Alvaro de Luna, su gran enemigo. Bajo Juán II guerreó contra los Reyes de Granada, Navarra y Aragón. Esta confirmada su valentía en la batalla, su ambición en mejorar su hacienda y la de su familia y también su amor a las letras. De sus sentencias, siempre me pareció especial aquella que decía que "la ciencia no embota la lanza ni hace floja la espada en la mano del caballero".

Castillo de Torija (Guadalajara)     
CASTILLO DE TORIJA 

Por enfermedad no pudo participar en la batalla de La Higueruela  contra los granadinos, aunque allí estuvieron sus tropas. En 1438 comandó la lucha en la frontera granadina logrando la conquista de Huelma. Por su actuación en la primera batalla de Olmedo , guerrando junto a D. Alvaro de Luna y su rey contra algunos nobles y los Infantes de Aragón fue nombrado por Juan II el primer Marqués de Santillana (Santander) (y también la primera persona nombrada Marqués en Castilla y segunda en España) y Conde del Real de Manzanares, recibiendo a la vez la villa de Saldaña, aunque no la tuvo definitivamente hasta 1451. Asimismo, el Marqués destacó en el largo y famoso sitio de Torija  que habían tomado los navarros en 1445, y en la invasió de Aragón. Siguió intrigando en las luchas contra el valido del rey Juan II, D. Álvaro de Luna, al cual atacaría con su "Doctrinal de Privados" y sería factor decisivo (junto con la reina Isabel Portugal) de en su caída definitiva en 1453. En 1456 fue su última campaña militar, contra los granadinos. Sus años finales los pasó en Guadalajara dónde fue enterrado.


                                                           
                                                         CASTILLO DE BUITRAGO

Fue un buen literato y poeta. Aunque escribiera obras como la "Comedieta de Ponza", ha sido más conocido por sus populares "serranillas". Muy culto, tuvo una gran biblioteca, inicialmente en Manzanares y que siglos después acabó en la Biblioteca Nacional, sección "Osuna". Por su influencia se tradujeron al castellano, en Manzanares el Real, las obras de Homero, de Virgilio y de Séneca. Aunque, curiosamente, su dominio del latín no era excelente, hablaba fluidamente francés, italiano, gallego y catalán. Y fue él quien escribió los primeros sonetos en castellano. De hecho, la aficción le viene de familia pues tanto su padre Diego como su abuelo Pedro compusieron poemas. Su biografía se encuentra tanto en las enciclopedias de historia o literatura como en los libros de texto que yo estudié, mejor contada que como yo lo haría. Su divisa era "Dios e Vos", referida a Dios y la Virgen.

                                                                            
                                                                               RETABLO BUITRAGO 

El Marqués de Santillana dividió sus estados entre sus hijos. Al incluir en su escudo, junto a la "banda roja" de los Mendoza, la divisa "AVE MARIA" proviniente de su madre Leonor de la Vega, a los descendientes del Marqués de Santillana se les llamó los Mendozas "del Ave María".



                                                                    ESCUDO MENDOZA Y VEGA

El hijo mayor Diego inició la rama de los Duques del Infantado, quedando dichos Duques señores de Santillana, Manzanares, Hita y (en la práctica) de Guadalajara capital. El segundo hijo Íñigo fue el Conde de Tendilla que inició la rama de los Condes de Tendilla y que fueron luego Marqueses de Mondéjar (provincia de Guadalajara, cerca de Pastrana, en el borde con Madrid, con afamados vinos). El quinto hijo, Pedro, fue el todopoderoso Gran Cardenal Mendoza, que dejó abundante prole y cuya bisnieta Ana fue la conocida Princesa de Éboli, primera Duquesa de Pastrana. Por último, Lorenzo (que escogió llevar los apellidos de su abuelo materno Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de Santiago) sería Vizconde de Torija y Conde de Coruña (Burgos).
En 1440 aparece por primera vez en un sello del Marqués la nueva versión del escudo con la banda de los Mendoza en frange y con la divisa de los De la Vega, que tan famoso se haría. Este escudo aparece de un modo u otro en todos sus descendientes, en algunos descendientes extremeños de su hermana Elvira Lasso de la Vega, relacionado con su tia "la ricahembra" e incluso en los blasones de ramas ajenas dentro de los Mendoza, que lo adoptaron por su fama.

          Castillo de Manzanares el Real
 MANZANARES EL REAL


Según Hernando del Pulgar era "de mediana estatura, proporcionado en la compostura de sus miembros y hermoso en las facciones de su rostro ... era hombre agudo y discreto, de tan gran coraje que ni las graves cosas le alteraban ni en las pequeñas le placía entender ... fablava muy bien ... fue muy templado en comer y beber ... Tuvo en su vida dos notables ejercicios: uno en la disciplina militar, otro en el estudio de la ciencia ... ni su osadía era sin tiento ni en su cordura se metió jamás punto de cobardía ... muy celoso de las cosas que a varón pertenecía facer ... tenía gran copia de libros y dábale al estudio especialmente de la filosofía moral y de cosas peregrinas y antiguas ... no puedo negar que no tuviera algunas tentaciones de las que esta nuestra carne suele dar a nuestro espíritu y que algunas veces fuese vencido, quier de ira, quier de luxuria ... fenesció sus dias en edad de setenta y cinco años con gran honra y prosperidad". 




LAS SERRANILLAS
Son las que han dado al Marqués toda su gloria. El tema convencional supone el encuentro de un caballero y una pastora. El caballero requiebra a la pastora que lo rechaza. A veces, el caballero sé hace pastor, para gozar de la compañía de la bella pastora. En sus diez serranillas, el culto Santillana alcanza las máximas cotas de un lirismo suave y cándido, absolutamente inhabitual en la poesía cortesana de su tiempo. El ritmo corto y saltarín de los hexasílabos confiere alegría y gracia a un universo bucólico. Las serranas ya no son hembras forzudas y peligrosas como en el Arcipreste de Hita, sino que poseen gracia y encanto cortesano.





SERRANILLA VI.

Moça tan fermosa
non ví en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.

Faziendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vençido del sueño,
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do ví la vaquera
de la Finojosa.

En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la ví tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.

Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera;
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.

Non tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dexara
en mi libertad.

Mas dixe: "Donosa
(por saber quién era),
¿aquella vaquera
de la Finojosa?..."

Bien como riendo,
dixo: "Bien vengades,
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es desseosa
de amar, nin lo espera,
aquessa vaquera
de la Finojosa.





SERRANILLA (Villancico) que hizo el Marqués a tres hijas suyas.


Por una gentil floresta
de lindas flores e rosas,
vide tres damas fermosas
que de amores han requesta.

Yo, con voluntad muy presta
me llegué a conoscellas.
Començó la una dellas
esta canción tan honesta:

Aguardan a mí:
nunca tales guardas vi.

Por mirar su fermosura
destas tres gentiles damas,
yo cobríme con las ramas,
metíme so la verdura.

La otra con gran tristura
començó de sospirar
[e] dezir este cantar
con muy honesta mesura:

La niña que los amores ha
sola, ¿cómo dormirá?

Por no les fazer turbança
non quise yr más adelante
a las que con ordenança
cantaban tan consonante.

La otra con buen semblante
dixo: "Señoras de estado,
pues las dos aveys cantado,
a mí conviene que cante:

Dexadlo al villano pene:
véngueme Dios dele."

Desque huvieron cantado
estas señoras que digo,
yo salí desconsolado,
como hombre sin abrigo.

Ellas dixeron: "Amigo,
non soys vos el que buscamos,
mas cantad, pues que cantamos."
Dixe este cantar antiguo:

Sospirando y va la niña
e non por mí,
que yo bien ge lo entendí.

https://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/mendoza/marques.htm
http://www.los-poetas.com/g/marques1.htm#I. SERRANILLAS