viernes, 7 de octubre de 2016

CONFLICTO DE LA BUSCA Y LA BIGA



Con este nombre se conoce a una serie de disputas acontecidas en el ámbito del reino de Aragón, concretamente en el principado de Cataluña, entre partidarios de dos diferentes modos de entender la política y la economía agrupados en gabellas ("partidos"): buscaires y bigaires. Busca significa, en catalán, "mota", en contraposición a Biga, que significa "viga". Así, el conflicto entre la "mota" y la "viga", entre "los pequeños" y "los grandes", ha de ser entendido en el contexto de la crisis de la monarquía aragonesa en el siglo XV y el declive comercial del Mediterráneo ocurrido en la misma época.
El reino de Aragón había sufrido una espectacular expansión de sus dominios territoriales por el Mediterráneo en los siglos XIII y XIV: el monarca Jaime I había logrado la conquista de las islas Baleares (1229) y el vecino reino de Valencia (1233), proporcionando al reino las bases portuarias desde donde instalar un floreciente y próspero entramado comercial por todo el Mare Nostrum. Este hecho se vio incrementado tras el desembarco en Sicilia de Pedro III quien, ayudado por las milicias almogávares de Roger de Flory las victorias navales de Roger de Lauria,se hizo con el poder de Sicilia y pasó a ocupar un lugar preponderante también en la Italia del Sur. Debido a ello, las ciudades del Mediterráneo se llenaron de comerciantes catalanes, lo que provocó un espectacular crecimiento económico del reino de Aragón durante la Plena Edad Media.
Sin embargo, hacia los primeros años del siglo XV la situación sufrió un cambio radical. En primer lugar, la muerte de Martín I sin descendencia había aupado al trono, merced al Compromiso de Caspe (1412), a Fernando de Antequera, miembro de una rama colateral de los Trastámara castellanos. Este hecho provocó cierta tirantez entre el tradicional poder de las asambleas del reino aragonés (Cortes, Generalitat, Diputació, etc.) y el no menos tradicional autoritarismo del linaje castellano. Pese a que, una vez pasados los primeros resquemores, la situación pareció estabilizarse, la economía aragonesa (esencialmente agraria) recibió un duro golpe con la propagación de la Peste Negra en 1348. Las consecuencias de la epidemia fueron especialmente dramáticas en la zona del interior y en Cataluña, donde la población quedó rebajada a algo menos de la mitad existente con anterioridad a la pandemia.
Por si ello fuera poco, la conquista de Constantinopla por el imperio otomano (1453) cerró las puertas del próspero negocio de las especias a los comerciantes europeos, además de que la presencia de musulmanes en el Mediterráneo hacía peligrar cada vez más los convoyes marítimos comerciales. Todas estas circunstancias crearon el caldo de cultivo para las disensiones internas de Cataluña.



La configuración de buscaires y bigaires

Las medidas propuestas por la corona para intentar solucionar la cuestión se basaron en prácticas proteccionistas dirigidas a favorecer los productos del país, entre las que se incluían el préstamo de embarcaciones de la Diputació a los mercaderes, la creación de seguros marítimos contra el riesgo de pérdidas comerciales y todo un largo etcétera de intentos que buscaban la reactivación no sólo del comercio sino también de la industria y la agricultura barcelonesa. Sin embargo, estas reformas contaron siempre con la protesta de un grupo de hacendados comerciantes barceloneses, a los que se empezó a llamar bigaires.
El partido de la Biga estaba formado por la mayoría de ciudadanos y mercaderes de productos de lujo que se habían enriquecido con el auge comercial del siglo anterior. Naturalmente, los burgueses y mercaderes enriquecidos habían conseguido para sus familias un reconocimiento paralelo que los equiparaba con la nobleza existente. Así pues, sus descendientes del siglo XV se encontraban más cómodos en el código de caballería que en complicadas transacciones lucrativas, más cómodos viviendo de las rentas que invirtiendo los beneficios en nuevas operaciones, más ocupados en la construcción de castillos y mansiones que en buques y, en definitiva, más concentrados en acceder a los mecanismos del poder que en emprender costosas e inseguras empresas comerciales. Aproximadamente desde 1430, los miembros de la Biga compartían representación en las Cortes con miembros de la nobleza y del clero, con lo que pasaron a ocupar la dirección de una política contraria a la intervención de otros mercaderes en los asuntos de gobierno, a la liberación de los campesinos, cuestión especialmente espinosa en el asunto de los Payeses de Remençay a mantener sus propios privilegios y derechos que acabaron conformando una cerradísima oligarquía barcelonesa. La sociedad urbana se estableció en tres estamentos, tal y como propugnaba la famosa obra de Françesc Eiximenis, El regimènt de la res pública, escrita hacia finales del siglo XIV y que resultaba el soporte ideológico de los tres estamentos del poder.
En el partido contrario, la Busca, se agrupaban los miembros de un cuarto estamento sin representación en el poder: menestrales, pequeños comerciantes y artesanos burgueses que veían cómo el gobierno municipal de Barcelona, en particular su asamblea general (el Consell de Cent), ignoraba todas y cadas una de sus propuestas que, aunque sirvieran a sus intereses particulares, también serían beneficiosas para el conjunto de la sociedad. Los buscaires contaban con el apoyo del batlle general de Cataluña, Galcerán de Requesens, un miembro de la nobleza segundona que no dudó en intentar utilizar su nombramiento para pasar a las más altas cúspides del poder barcelonés. Sin embargo, a pesar de que defendía su propia posición, Requesens tomó parte activa en varias decisiones provechosas para reactivar la economía catalana, en especial la emancipación de payeses de Remença, que pasaron a convertirse en una cantera inagotable para surtir de miembros el partido de la Busca.


Los inicios de la pugna (1448-1462)

En el año 1449 los buscaires presentaron una solicitud formal ante el rey de Aragón, Alfonso V, para asumir la representación sindical de sus intereses ante el Consell. El monarca, que durante todo el conflicto mostró una ambigua e interesada posición preocupándose sólo del dinero que podía ganar para sus intervenciones militares en Italia, accedió bajo los auspicios de Requesens, su hombre de confianza en Barcelona, pese al recelo que mostraba con los buscaires tras el levantamiento de Mallorca (1448). La aprobación del Sindicat dels tres estamènts en 1450 significó el triunfo de los reformistas catalanes en contra de la oligarquía municipal. Requesens pasó entonces a presidir una asamblea ejecutiva que asumió plenos poderes en el gobierno de la ciudad. Las reformas que llevaban solicitando desde treinta años antes pasaron a ser estipuladas en aquel momento, especialmente la devaluación monetaria, la reducción de impuestos y el saneamiento de las arcas municipales mediante un mayor número de transacciones comerciales. Naturalmente, todo ello iba en contra de la Biga, grupo que se había convertido en rentista y al que una devaluación monetaria le supondría unas pérdidas económicas incalculables.
Los enfrentamientos comenzaron con ocasión de la asamblea de Consell celebrada el 17 de noviembre de 1453. Requesens había sido nombrado regente del reino en sustitución de la reina María de Castilla, aumentando la ira de los bigaires contra el dirigente buscaire. Pero nada pudieron, pues el discurso de éste partido en la asamblea, obra del mercader Raimon Cuerau, despertó la reacción popular en Barcelona, donde la mayoría de sus habitantes pasaron a mostrar su apoyo a la Busca manifestándose a su favor en la Lonja del puerto. Este hecho derivó en algunos altercados ciudadanos, entre aquellos que esperaban que la nueva dirección municipal mejorase su condición de vida y entre aquellos que opinaban de los buscaires que "sería igual poner machos cabríos como hombres de condición tan vil". [Citado en Salrach et alii, p.21].
La política del Consell comenzó con la esperada fuerza renovadora: entre 1454 y 1458 declararon una serie de ordenanzas proteccionistas sobre la industria textil y sobre la construcción naval, así como la más temida medida por los bigaires, como fue la devaluación del croat de plata en un 40 %. Debido a ello, la oposición, agrupada alrededor de la Generalitat, no cejó en el empeño de destruir a Requesens, para lo cual enviaron constantes quejas al monarca y a las Cortes de los malos servicios que el batlle catalán estaba prestando al país. Tras los violentos enfrentamientos acontecidos entre miembros de uno y otro partido a la entrada de las delegaciones urbanas de la Cortes de 1458, Requesens fue cesado de su cargo, siendo sustituido por el hermano de Alfonso V, Juan I de Navarra (el futuro rey de Aragón). Con la llegada del nuevo regente, el triunfo de la Biga quedó minimizado, pues el monarca navarro, autoritario y absolutista como todos los reyes, utilizó a la Busca como medio de controlar a la oligarquía que, en despecho, apoyó la rebeldía de Carlos de Viana contra su rígido padre.

La capitulación de Vilafranca y la derrota de la Busca (1461)

Tras la destitución de Requesens los buscaires se dividieron en dos facciones: una moderada, que pretendía establecer las reformas poco a poco, y una radical, partidaria de dar un vuelco al sistema establecido. Como es obvio, la diferencia entre los partidarios de una u otra opción era, precisamente, de tipo económico: aquellos con más nivel estaban siendo continuamente presionados por la Biga para pasar a sus filas, mientras que los radicales veían cómo la oportunidad de la reforma se les escapaba por momentos. Además, el apoyo popular a la política del Consell se habían enfriado notablemente, puesto que, pasados los primeros momentos de euforia, la oposición de las Cortes y de la Generalitat a las reformas del Consell habían hecho que cundiese la desilusión entre las clases más desfavorecidas del Principado de Barcelona.
Unas y otras cuestiones iban a ser decisivas en la rebelión catalana del año 1461. Tras haber dictado Juan II en las Cortes de Lleida la prisión de su rebelde hijo (1460), la Generalitat aprovechó la ocasión para levantar un ejército contra el rey legítimo, acusado de violar las leyes elementales del Principado. Rebelde o no, el hecho era que Carlos de Viana era también el legítimo heredero del trono aragonés, por lo que la Biga encontró una magnífica ocasión no sólo de deslegitimar al odioso rey, sino de acabar de una vez por todas con el poder de la Busca. La simpatía que el príncipe rebelde halló entre los estamentos populares provocó el apoyo masivo al ejército de la Biga, mientras que la Busca, perdida entre discrepancias internas, se colocó al lado del que había sido su valedor.
Juan II, cansado de polémicas, aceptó, mediante la capitulación de Vilafranca (1461), el destierro que le impuso las Cortes de Aragón y el mantenimiento de la autoridad regia mediante la regencia de Carlos de Viana, quedando el hermano de éste, Fernando de Aragón, como sucesor a la regencia. Por lo que respecta a la Busca, se decretaba la prisión para Galcerán de Requesens y el ajusticiamiento de los principales cabecillas del movimiento. El triunfo de la Biga fue total, ya que no sólo se deshizo del partido contrario (la Busca desapareció por completo en los años siguientes, sobre todo tras la Guerra Civil), y se colocó a la cabeza de un reino que carecía de rey, pasando a gobernar con absoluta impunidad hasta que el violento conflicto civil que asoló Aragón entre 1462 y 1472 restauró la monarquía de facto en la persona de Fernando el Católico.

Bibliografía

  • BATLLE, C. La crisis social y económica de Barcelona a mediados del siglo XV. (Universidad de Barcelona, II vols, CSIC: 1973).
  • MARTÍN, J. L. La Península en la Edad Media. (Barcelona, Teide: 1993).
  • SALRACH, J. M. et alii. Los payeses de remensa. (Madrid, Cuadernos de Historia 16, nº 93: 1986).
  • SOBREQUÉS VIDAL, S. & SOBREQUÉS CALLICÓ, J. La guerra civil catalana del sigle XV. Estudis sobre la crisi social i econòmica de la Baixa Edat Mitjana. (Barcelona, II vols: 1973).
    http://www.enciclonet.com/articulo/conflicto-de-la-busca-y-la-biga/

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